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viernes, 1 de junio de 2007

Hasekura Tsunenaga. Coria del Río. Sevilla.

Las relaciones entre España y Japón se remontan al año 1549, cuando el jesuita San Francisco Javier llegó a Kagoshima para evangelizar el sur de Japón; a los jesuitas (que siempre han estado en todas partes) le siguieron otros religiosos católicos llamados a extender la fe desde la península Ibérica y se pusieron tan pesados que consiguieron convertir a algunos señores feudales como Date Masamune, señor feudal de Sendai, capital de la prefectura de Miyagi. Por consejo de uno de los evangelizadores, el Shogun decidió enviar una embajada a la corte española de Felipe III, al mando de la cual se encontraba el samurai Hasekura Tsunenaga siervo de Masamune.

Ya por aquellas fechas los japoneses tenían claras intenciones comerciales para con España y Portugal y además en aquella época pertenecían al imperio español las Islas Filipinas y México que estaban más cerca aún de Japón. Ésta es la razón de la llegada a España de la delegación nipona en 1614.
Bueno, en realidad fue un poco más complicado: un franciscano convenció al Shogun de Tokio de que lo enviara a Nueva España como embajador, partieron en barco y el franciscano se entrevistó con el Virrey de Nueva España que aceptó, a su vez, enviar a Sebastián Vizcaíno como embajador a Japón en señal de reciprocidad. Vizcaíno llegó a Japón en 1611 y tuvo varios encuentros con el Shogun y con los señores feudales; estos contactos no fructificaron por el poco respeto que mostró Vizcaíno hacia las costumbres japonesas, además de la fuerte resistencia de este pueblo contra las conversiones católicas. Tampoco ayudaban las intrigas de los holandeses en torno a las ambiciones españolas. Vizcaíno finalmente partió en busca de la Isla de la Plata (buscando metales para variar), sin embargo, debió interrumpir su tarea por causa del mal tiempo que lo forzó a regresar a Japón con severos daños (en su nave me refiero).
El Shogun, para sacudírselo de encima, decidió construir un galeón en Japón para permitir el regreso de Vizcaíno a Nueva España junto con otra misión japonesa. El daimyō de Sendai, Date Masamune, se encargó del proyecto y, para ello, llamó a uno de sus servidores, nuestro amigo Hasekura Tsunenaga, samurai y veterano de Corea, para liderar la misión (si, en aquella época ya existían veteranos de Corea, solo que no eran yanquis).

El galeón fue llamado "Date Maru" por los japoneses y "San Juan Bautista" por los españoles (eso, eso, que se notara la fe) y se construyó en 45 días con la participación de expertos técnicos del Bakufu, 800 constructores navales, 700 herreros y 3.000 carpinteros. Partieron en 1613 hacia Acapulco, México con 180 personas a bordo, incluyendo diez samuráis del shogun, doce samuráis de sendai, 120 comerciantes, marinos y sirvientes japoneses y alrededor de cuarenta españoles y portugueses. El galeón llegó a Acapulco después de tres meses en el océano, y fue recibido con una gran ceremonia. La misión diplomática permaneció un tiempo en México, y luego fueron a Veracruz donde embarcarían en otra flota, en la nave “San José” (otro nombre muy original). Antes de llegar a destino el galeón hizo una breve estancia en La Habana, convirtiéndose Hasekura Tsunenaga en el primer japonés que visitó Cuba.
De ahí se fueron derechitos hasta el sur de España, llegando a Sanlucar de Barrameda en Octubre de 1614, en la desembocadura del río Guadalquivir. El Duque de Medina Sidonia, señor de Sanlucar, envía carrozas para recibir y honrar a los embajadores y su séquito, dispensándoles "famoso alojamiento". A instancias del gobierno sevillano el duque apareja dos galeras que los conducen a Coria del Río donde también fueron recibidos con honores y agasajos (inolvidables por lo visto).
El 21 de octubre salen de Coria hacia Sevilla, Hasekura con una guardia de 20 japoneses y el religioso. Se les va uniendo gente hasta llegar a Sevilla; hay una enorme multitud que se agolpa en el puente de barcas de Triana. Llegan a la puerta de Triana. Les espera el duque de Salvatierra, asistente y máximo representante del rey en la ciudad, miembros del Cabildo y caballeros de la nobleza. Su residencia durante la estancia en Sevilla son los Reales Alcázares. Tiempo después parten hacia Madrid, en comitiva (40 personas, 2 carros, 2 literas, 31 mulas y 12 acémilas de carga), pasan por Córdoba y se acaba entrevistando con el Rey Felipe al que Hasekura entrega una carta y le reitera los deseos de su señor de mantener relaciones diplomáticas y establecer alianzas con España y que se cristianice Japón. Fray Luis Sotelo apunta la necesidad de acercar posiciones al shogun para neutralizar la influencia holandesa e inglesa. En Madrid Hasekura se bautiza tomando el cristiano nombre de Felipe Francisco.

Cuando acaba su misión parte hacia Roma empezando un viaje que le lleva hacia Alcalá de Henares, Daroca, Zaragoza y Barcelona donde embarcan en dos fragatas y un bergantín. Acompañan a Hasekura, el intérprete mejicano Francisco Martínez y veintiún japoneses del séquito. De camino y por el mal tiempo tuvieron que se establecerse en el puerto francés de Saint Tropez, donde fueron recibidos por la nobleza local, y llamaron la atención en el pueblo.
La visita de la misión japonesa fue recopilada en la historia de la ciudad como "Felipe Francisco Faxicura, Embajador al Papa, de Date Masamunni, Rey de Woxu en Japón".
Algunos detalles pintorescos de estos movimientos fueron recopilados:
“Nunca tocaban la comida con sus dedos, sino que usaban dos pequeñas varas que ellos sujetaban con tres dedos. Soplaban sus narices en papeles de seda suave del tamaño de una mano, que nunca lo usaban dos veces, así que ellos los arrojaban al suelo después de usarlos, y ellos estaban contentos de ver a nuestra gente alrededor precipitándose a recogerlos. Sus espadas cortan tanto que ellos pueden cortar un papel suave poniéndolos sobre el filo y que el viento soplara sobre ellos”.

En Roma hicieron Felipe Francisco ciudadano romano en el Senado, pero todo se queda en política de gestos…tras ella se oculta el hecho de que no había resultados políticos prácticos. Ningún compromiso por parte del Papa ni del rey de España. Además el Consejo de Indias se manifiesta en contra de la embajada. El rey escribe al Conde de Castro, embajador en Roma, para que vigile de cerca las audiencias ante el Papa.
El 7 de enero de 1616 se produce la partida de la embajada hacia España: Roma, Livorno, Génova, Barcelona, Sevilla. Esta vez había orden real de que la comitiva continuara directamente hacia el sur sin detenerse en la capital, en parte por ahorrarse gastos, en parte por no dar más vueltas a unas conversaciones y entrevistas cada vez más carentes de sentido político.

De nuevo en Andalucía se alojan en Espartinas y Hasekura llega enfermo…y se puede decir que a partir de aquí le va de puto culo pues fracasa en su misión y además en Japón comienza a perseguirse a los cristianos y a recelar de Occidente. Se marcha y tras pasar por Méjico y Manila regresa a su país en 1620. A partir de ahí se desconoce su suerte y unos dicen que renegó del cristianismo, otros que fue mártir y otros que ni lo uno ni lo otro. Murió en 1622 (la foto en byn es la Tumba de Hasekura en Enfukuji).
Más o menos regresaron todos los emisarios japoneses pero parece que algunos se quedan en monasterios sevillanos. ¿Todos? No, parece que algunos de los integrantes del cortejo japonés se quedaron a vivir en Coria del Río, donde fueron también recibidos que acabaron casados con nativos a los que les legaron el apellido toponímico “Japón”.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Había leido algo sobre esta embajada. La realidad siempre supera a la ficción. No sé por qué Hollywood se empeña en hacer remakes, con la de historias originales que hay por ahí sueltas y la de personajes reales interesantísimos que tenemos por ahí desconocidos.

Miski dijo...

Gracias...tomo nota de lo del libro y de los enlaces...seguro que hay cosillas en el libro interesantes y para poner en el blog. Un saludo.

Anónimo dijo...

Creo que hay un error en la relación del viaje. se dice que primero llego a Cuba y después a Mexico, cuando en realidad fue al revés. Sotelo y los japoneses estaban interesados en abrir una nueva ruta comercial por el Pacífico por eso llegan a la costa mexicana del pacifico y luego desde Veracruz embarcan para llegar a Cuba rumbo a España.

Miski dijo...

En realidad digo "antes de llegar a destino"...y el destino era España. De todas maneras lo redacté de manera confusa por lo que ya lo he arreglado y fue como dices: alcanzaron primero la costa oeste o del pacífico de lo que era Nueva España (era el virreinato español que se extendía desde los estados de Arizona, California, Colorado, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Montana, Nevada, Nuevo México, Texas, Oklahoma, Wyoming y Utah, en los Estados Unidos, hasta Guatemala en Centroamérica, estando bajo su dominio, la Capitanía General de Cuba, la Capitanía General de Guatemala, la Capitanía General de Filipinas y los Territorios de Florida, Louisiana y Nootka, teniendo su capital en la Ciudad de México. Nueva España no sólo administraba las tierras comprendidas entre estos límites sino también el archipiélago de las Filipinas en Asia y varias islas menores en Oceanía como Guam -Wikipedia-), atravesaron tierra hasta la costa atlántica y se embarcaron de nuevo, tras lo cual tocaron Cuba antes de cruzar el Atlántico.
Gracias por la puntualización.

Miski dijo...

Por cierto, hay tres estatuas iguales de este samurai viajero, una en Coria del Rio, Sevilla, otra en Japón y otra en Méjico.

Anónimo dijo...

En la novela El samurai del japones de Shusaku Endo nos relata la odisea de Hasekura desde el punto de vista japones.

Anónimo dijo...

Pero yo hay algo que no entiendo...cómo coño hacian españoles y japoneses para entenderse??? Cómo hicieron los portugueses para intentar cristianizar a los japoneses si no entendian ni papa y sus lenguas no tenian absolutamente nada en comun?? Porque a lo mejor en otros paises occidentales se podian entender en latin...pero en Japon?? Alguien sabe decirme como se las apañaban?? Arigatô gozaimasu!