Una historia de cebollanos.

Me ha contado JFE, que no K, una anécdota que ocurrió en sus tiempos mozos, allá en Cebolla: estaban echando una cantea (guerra de piedras) en la plaza del pueblo y como no venían los de "las Sanguás", los de "los Arenales" empezaron a romper las bombillas del alumbrado público (muy cívicos); alarmados por el ruido de las pedradas se acercaban gentes con sombreros brillantes, léase la benemérita, lo que les hizo a todos comenzar una frenética carrera a oscuras. Cogieron cuesta arriba la "calle del confitero" y JF, presa un poco del pánico, corría con todas sus fuerzas, braceando y gritando ¡esperadme, esperadme!, seguro de que se estaba quedando rezagado; al final de la calle vió un carro de paja, enfrente de su primo Rufino, y decidió quitarse de en medio metiéndose de cabeza en la paja (figuradamente porque el carro estaba vacío)...era la única forma de que, siendo el último, no lo cogieran. Después de 10 segundos conteniendo el aliento y aguzando el oído, oye el correteo de sus amigos que uno tras otro pasa delante del carro....¡¡¡JF había corrido tanto que había dejado a todos los fugitivos tras de sí y no se había enterao!!!...lo que hace la adrenalina ¿no?.