Nunca he sido un acólito seguidor de la tradicional "docenada" de uvas pero este año, ante la insistencia de los allegados que me acompañaban, he decidido tomarlas pero a la "manera spicomágica": cogí el grano que me pareció más representativo, lo lavé, lo sequé y le saqué brillo; seguidamente, con un bolígrafo azul "BIC", le serigrafié en la curvada superficie un hermoso "12"...cuando comenzaron las campanadas lo introduje en mi boca y emprendí un proceso de molturado que culminó con el último toque, momento en el cual lo deglutí. Espero que la receta le sirva en un futuro a toda aquella persona que encuentre dificultades en seguir el ritmo del tañido o que no guste de la sensación de semiaxficia que lo de las doce uvas provoca.
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