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jueves, 10 de abril de 2008

Entrada doméstica (2 de 2): Edredones nórdicos, un aviso para l@s incaut@s.

Hace una semana recibí una llamada telefónica:
-¿Es usted fulanito de tal que vive en la calle menganita de cual?
-Si, soy yo, dígame...
-Le llamamos porque le ha correspondido de premio, en un sorteo realizado entre todos los habitantes de la comarca, un magnífico edredón de plumón de ave con su correspondiente funda y todo ello sin coste alguno; esto ha sido posible por ser parte de una campaña para promocionar el producto. Sólo deberá abonar 15 euros en concepto de gastos de envío.
-Ya...pero mire usted, lo primero es que no uso ese tipo de productos y lo segundo es que si es gratis, no veo por qué he de pagar por un premio...en realidad me lo están vendiendo.
-No, no, no, eso no es así, porque un edredón, por barato que sea, cuesta bastante más que eso...no tiene nada que perder por recibirlo...total, son sólo 15 euros.
Miro a Pachacusi que está siguiendo la conversación y veo como asiente varias veces con la cabeza y pone mirada suplicante: -está bien, mándemelo, pero con la condición de que si no me convence al examinarlo, no lo acepto.
-Bien, en unos días habrá recibido nuestro magnífico edredón promocional, gracias.
-Gracias a usted.

Pasan unos días y se presenta una señorita, con pinta de telemarketing, que pregunta por mí, y tras confirmar mi ID se dirige al maletero de un coche aparcado en la puerta (no, JF, no aparcó el coche verticalmente sobre la puerta, sino en la calle, al lado de la puerta...), saca una especie de saco cilíndrico con asas y me pone delante la nota de 15 €.
Le digo que voy a examinarlo antes de aceptarlo sin que ella deje de referirme lo barato que resulta este producto a este "precio" (¿ahora es precio?), dada su alta calidad.
Abro el saco en el que viene el edredón...es de un tejido color blanco crema "chochomono" que al tacto denota su delgadez y acaso su endeblez. Dentro, enrrollado cual brazo gitano (un tipo de dulce de bizcocho), el contenido no me produce mejor impresión; además es sólo un edredón, sin cubierta o funda.
Le busco la esquina, la saco un poco y comienzo a magrearla, notando inmediatamente que el relleno es parco y con encontronazos duros y alargados que recuerdan a la paja...se lo refiero a la mensajera-vendedora que me comunica que ella lo usa y que no nota nada pues el plumón es muy suave.
¡Jod...! no es que yo sea capaz de detectar la presencia de un garbanzo bajo 6 colchones cuando me acuesto, pero llamar plumón a lo que se palpaba es como llamar transatlántico a una gabarra de río. Además esta mujer me asegura que el producto es lavable...¿lavable?.
Me empieza a mirar con cara de malas pulgas y retomo la ofensiva: le explico lo que sin duda ella ya sabe y es que los plumones no tienen raquis (eje) ni cálamo o cañón basal (la parte que usaban para escribir los antiguos)...o sea que el edredrón, además de poco denso, está relleno de ¡vulgares plumas!... y no precisamente de las más suaves y delicadas. No quiero ni pensar en cómo quedarían la prenda y las plumas si encima las lavamos como me decía esta vendedora.

Aún persistió en convencerme de que era plumón natural (sí, seguro...del pecho de gansos salvajes polacos adultos) y de que mi error era debido a mi desconocimiento en la materia; no me quedó más remedio que apelar a mi licenciatura en ciencias biológicas, especialidad zoología, para que cerrara la boca, cogiera sus bártulos y se volviera por donde llegó.

Moraleja: nadie da euros por céntimos, a menos que éstos últimos sean cien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

JEje, buenísimo. Lo tendré en cuenta por sí me sucede el mismo acontecimiento. Besitos. Ire.