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martes, 22 de abril de 2008

La seguridad de la energía nuclear otra vez en entredicho.

A finales del año pasado, el 29 de noviembre concretamente, hubo una fuga de partículas radioactivas en la Central Nuclear de Ascó I y desde entonces este asunto no ha hecho sino demostrar las mentiras y la falsa seguridad de la industria nuclear. Desde que ocurrió el incidente se venía detectando la presencia de partículas radioactivas en el exterior de las instalaciones sin que ello fuera óbice para que la central recibiera la visita de los niños de hasta seis colegios diferentes.
Hasta el día 4 de abril Ascó I no informa al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) de la fuga radiactiva; ese mismo día Greenpeace denuncia públicamente la falta de seguridad de esta instalación nuclear. El incidente se clasifica como de nivel 1 (el más bajo).
El día 14 de abril, tras nuevas investigaciones, el CSN aumenta al nivel 2 la gravedad de la fuga, lo que la convierte en uno de los cuatro accidentes nucleares más graves en la historia de España. Las nuevas mediciones indican que la contaminación asciende a 84,95 millones de bequerelios (equivalente a 2,3 milicurios), lo que representa una cantidad 100 veces mayor a la estimada en un primer momento...
Un día después, el 15, la Junta de Administraciones de la Asociación Nuclear de Ascó-Vandellós destituye al director de Ascó I, Rafael Gasca, a quien se asigna la "responsabilidad del proceso investigador del suceso"; también se cesa al jefe de Servicio de Protección Radiológica...las dimisiones se han producido cinco meses y medio después del incidente, ahí es nada.

Según el CSN, "Del análisis de la cronología de los hechos se deduce que ya el pasado día 9 de abril el titular conocía que la información de actividad total vertida no era correcta y no lo comunicó al CSN, a pesar de haber sido requerido reiteradamente y por escrito".

Las últimas noticias indican que se tendrán que someter a exámenes radiológicos y médicos a unas 1600 personas entre trabajadores, proveedores y visitantes; ya se han hecho análisis a casi 600 afectados que, naturalmente, han dado negativos.

Este tipo de incidentes y supuestas seguridades me trae a la cabeza el accidente/incidente de Palomares: en 1966, un bombardero estratégico norteamericano colisionó en vuelo con un avión cisterna. El B-52 transportaba al menos cuatro bombas termonucleares B28 de 1,5 megatones; dos de ellas quedaron intactas, una en tierra y otra en el mar y las dos bombas restantes cayeron cerca del pueblo, explotando el detonante convencional que portaban. Estas explosiones convencionales esparciendo unos 20 kilogramos de plutonio altamente radiactivo por los alrededores.
La dictadura franquista restó importancia al incidente y no se tomaron medidas de protección para la población ni hasta la fecha se han hecho estudios epidemiológicos en la zona. En la actualidad el Consejo de Seguridad Nuclear ha prohibido la construcción en las zonas más afectadas y se ha recomendado a la población no comer caracoles (¿42 años después?).
(Caricatura del famoso baño de Fraga, por entonces ministro franquista, en las aguas de Palomares; por Idígoras y Pachi)
Los informes de monitorización médica desclasificados en 1986 ponen de manifiesto que aproximadamente el 29% de la población de Palomares presentaba trazas de plutonio radiactivo en su organismo.
Recientes mediciones relativas a la presencia de plutonio radiactivo (que se disuelve muy mal en el agua) en el plancton del Mediterráneo Español han hecho pensar a muchos científicos que hubo una quinta bomba, nunca recuperada y ocultada por los Estados Unidos a los gobiernos de la democracia.

Un accidente similar ocurrió el 21 de enero de 1968 en la Base Aérea de Thule, en Groenlandia: un accidente en pista provocó el incendio y posterior explosión de un B52 que llevaba 4 bombas B28 como las de Palomares. Aquí sí se hizo estudio epidemiológico y la tasa de cáncer entre los trabajadores que participaron en la limpieza era un 50% superior a la de la población general. Hubo también informes de esterilidad y otros trastornos asociados a la radiactividad.

Palomares es el accidente Broken Arrow (pérdida total de armas nucleares) más grave de la historia.

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