Por si tenéis la tentación estas Navidades...
En estas días que se avecinan, muchos son poseídos por el consumismo cuando se sienten imbuidos por el espíritu navideño y es buen momento para recordar la responsabilidad que tenemos cuando compramos ciertos productos...me refiero, en concreto, a los productos hechos con pieles de animales. Un abrigo de pieles no es un artículo de primera necesidad, ni es algo imperioso el poseerlo...sólo es un vano símbolo de status en nombre del cual, algunos humanos inhumanos, realizan atrocidades crueles e indignas. Si quieres tener un revulsivo que te inmunice contra las ganas de vestir o regalar pieles pulsa AQUÍ...también puedes seguir el enlace si quieres saber cómo de crueles pueden ser los hombres, pero te advierto de que pasarás un mal rato y aún un mal día. Vuelvo a sentir vergüenza y asco de los actos humanos.
El enlace al vídeo es cortesía de Rosa.
4 comentarios:
No tengo fuerzas para ver un vídeo que (más o menos) he visto demasiadas veces. Me parece una monstruosidad, y aún recuerdo el día que me enteré qué era una chinchilla, y calculé con horror que para hacer un abrigo harían falta 100 lo menos...
Vean o no la tele, ningún animal se merece un destino tan horrible... y menos por una causa tan estúpida.
Lo de matar animales por vestir ropa me parece de lo más gilipollas que hay en los humanos. ¡Vivan las ropas sintéticas!
En realidad, tampoco deberíamos usar ropas sintéticas...hay un montón de tejidos naturales, incluso de origen animal como la lana, que se degradan sin dejar rastro cuando ya han cumplido su cometido. La ropa sintética, no por fina y lograda, deja de ser un producto derivado del petróleo con todas las consecuencias que esto acarrea.
Un saludo.
Interesante contraste, no había reparado en que también contamina su elaboración. Por otra parte, después de ver el reportaje de PETA de la lana australiana, supongo que no podemos evitar explotar a los animales en esta sociedad que va a toda pastilla.
Es difícil respetar la naturaleza tal y como tenemos montado el tinglado.
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